La noche que BRATIA hechizó el Castillo de Santa Catalina.
Anoche, el Castillo de Santa Catalina no fue solo piedra y tiempo: fue hechizo. BRATIA, el grupo serbio que ha convertido la música balcánica en un acto de pura alquimia, presentó su espectáculo Balkan Pompe Ignition ante un público que agotó todas las entradas días antes. Y no era para menos.
No hubo solos para el ego, sino un diálogo continuo entre instrumentos, cuerpos y emociones. La música subía como un fuego lento, luego estallaba en alegría, y volvía a hundirse en lo profundo. Cádiz escuchaba, callaba, respondía con aplausos que no rompían el hechizo, sino que lo sostenían.
Cuando BRATIA se despidió, el Castillo no volvió a ser el mismo. Ni la ciudad. Ni quienes estuvieron allí. Porque algunas noches no se viven: se recuerdan como si hubieran sido un sueño demasiado real.
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