Una estrella despierta la Navidad en Cádiz
“Una estrella alumbra nuestro caminar”.
La melodía de Puro Cádiz flotaba en el aire cuando María Moreno, luminosa y etérea, comenzó a bailar frente a la Casa Consistorial. Aquella frase, cantada como un presagio, se volvió real: la artista gaditana se convirtió en esa estrella que encendió la Navidad ante una plaza abarrotada, donde cientos de miradas aguardaban el milagro del primer destello.
Vestida de blanco, envuelta en un mantón que parecía niebla o espuma, María emergió sobre una plataforma en mitad de San Juan de Dios. Allí nacía el Espíritu de la Luz, una metáfora viva de la esperanza y del arte que Cádiz lleva bordado en la sangre. Cada movimiento suyo mezclaba flamenco, música sinfónica y un aire casi celestial.
El primer tacón sobre la tabla fue como un latido.
El segundo, como un conjuro.
Y al tercero, las luces comenzaron a despertar.
Los grandes arcos luminosos que custodian la plaza cobraron vida entre ovaciones, mientras la bailaora derramaba su energía con la naturalidad de quien ilumina sin darse cuenta. Entonces, como si el guion lo escribiera el propio cielo, el público giró hacia la iglesia de San Juan de Dios: desde un balcón, la violonchelista Isidora O’Ryan dejaba caer notas y copos de nieve, tejiendo un instante que parecía detenido fuera del tiempo.
María Moreno aprovechó ese paréntesis para aparecer en el escenario frente al Ayuntamiento, donde la esperaba Puro Cádiz —Anabel Rivera, Adri Luna y todo el compás necesario para sostener la magia—. Y allí llegó el estallido final: una fiesta flamenca que coronó la noche con fuegos que ascendían sobre el edificio municipal y una lluvia de papelillos que convirtió la plaza en un cielo invertido.
En menos de veinte minutos, el arte flamenco encendió Cádiz.
Las grandes campanas navideñas de la calle Pelota brillaban junto al Consistorio y, al otro lado de la plaza, los ángeles luminosos tocaban sus trompetas dictando el inicio de la celebración.
La bailaora, radiante y con la alegría dibujada en el rostro, invitó al escenario al alcalde Bruno García y a los ediles Beatriz Gandullo y José Carlos Teruel, testigos cercanos de un arranque navideño que superó expectativas.
Y cuando el espectáculo terminó, la noche siguió latiendo.
Puro Cádiz continuó cantando —con temas de su disco Herencia de un barrio— mientras las familias paseaban por un centro convertido en un río de luz. Las calles, ya vestidas de Navidad, prometen brillar hasta el 5 de enero, pero esta primera chispa, la que encendió María Moreno, quedará en la memoria como un instante en que Cádiz, simplemente, volvió a creer en la magia.
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fotografías: PacodlaCorte
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